sábado, 27 de junio de 2009

más libres




Hay un momento en nuestras vidas en el que todo parece fluir, un momento mágico en el cuál, finalmente, nos vemos ahí, a punto de realizar nuestros sueños, a punto de ver materializados nuestros esfuerzos, recompensadas las esperanzas.

Estamos hablando, de que aquello que abrazamos, aquello en lo que creímos y nos resguardamos cuando no queríamos seguir, aquello que nos mantuvo firmes y fuertes, vulnerables y abatidos, ESO, nada menos, se nos revela como algo más que un sueño, la posibilidad de ser elegido, como la posibilidad de ser real.

Finalmente nuestras plegarias son escuchadas, nuestros actos respondidos, y el destino pareciera concedernos, como se concede un regalo, las condiciones maravillosas para poder ser quienes queremos ser y no lo que pudimos solos.

Es un momento de sentimientos encontrados. Un momento de claridad, de paz interior, de fe. Un momento ciego, de cambio y miedos.

La gloria parece desmitificarse. Ya no importa entonces cuánto hayamos corrido, cuánto hayamos sufrido, si le dedicamos amor, energía, ganas, dinero, o años y años de nuestras vidas.

Lo que importa es que luchamos por algo que antes no teníamos la posibilidad de elegir y que ahora se volvió elegible.

Que nos abrimos paso a través de obstáculos y desilusiones y que ahora la vida nos otorga como fruto de todo aquello que sembramos el don, el poder, el privilegio, de verlo concretado. Sólo nos queda mirar hacia adelante y sí, disfrutar.

La llave de la felicidad pareciera estar solo a un paso, no nos resta nada más que darle un giro para atravesar expectantes esa puerta. No nos resta nada más que regocijarnos, que saborear el placer de vivir y mirar hacia adelante.

Pero que insólito que es el ser humano. Justo en ese momento en que la meta ya es visible y alcanzable, que cada paso parece un salto, en que la emoción y las lágrimas se mezclan en un canto único: este ser humano inexplicable, pareciera sentir que nada de eso merece. Pareciera realizar todas y cada una de las acciones necesarias para retroceder abruptamente, para desvalorizar el esfuerzo, y resignarse al dolor. Para ir en contra de si mismo, de sus valores, creencias, sueños y hasta sus afectos. En fin, de todo aquello que le da sentido a la vida. En fin, para realizarse un boicot de alto grado hacia su persona.

Algunas personas no saben elegir, otras simplemente temen disfrutar, temen cambiar, ser felices. Algunas personas no aprendieron a ser libres. A entender, que la libertad estaba en sus propias manos y que ellos son los propios herreros de esas cadenas invisibles que tanto los sofocan. Es tanto más fácil responsabilizar al destino, a Dios, a la mala suerte. Es tanto más fácil imputar el sufrimiento a otro y ‘ajenizarlo’, ‘exorcisarlo’, de nuestro ser y de nuestra moral. Pensamos que como tenemos ese tipo de justificaciones no está en nosotros ser felices, que no nos corresponde.

Pero sí, absolutamente todos lo vivimos, y sabemos que ese momento, a veces más frecuente que otras, ocurrió. Todos sabemos que hubo un momento en el que vimos aquello que nos hacía felices, aunque fuera un instante, y lo que hicimos para llegar allí y ser libres. Todos tuvimos la oportunidad de ser felices.

sábado, 20 de junio de 2009

amarte




siempre te amo en la oscuridad
porqué no puedo amarte a plena luz del día?

siempre te amo de verdad,
porqué no puedo amarte de mentira?

siempre te amo en soledad
porque no puedo amarte en compañía?

siempre te amo hasta sangrar
porque no puedo amarte hasta curar mis heridas?

amarte en libertad, nunca captiva
amarte por quedarte, no por inercia
amarte por estar, no por tu ausencia.,.,
amarte, amarte.,.,
amarte, como sea.,.,

 


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