lunes, 20 de abril de 2009



Una copa de vino se calienta en mi mano, evapora el aroma de la desteñida uva mendocina. Algo parece atravesar mi cuerpo ahora y me siento excitada, desnuda, estremecida.

Es la magia del vino cuando miro en tus ojos, ¡tus ojos son el vino que mi alma antoja!
Y el vino en la mesa, el vino en la copa, ese vino cae en tu boca, sedienta, hipnótica

Brindemos por este calor interno, brindemos porque estoy loca!
De deseo, de miedo, no lo sé, no importa…

Tu gracia maliciosa parece captarlo todo. Tu presencia me envuelve y yo lo sé…nadie resiste a una mirada fija. Y la tuya la siento así, clavada en mí. Llamándome, buscándome, pidiendo por mí. Y me encuentras, sí… Para captarlo todo en una torpe sonrisa, dime entonces qué quieres de mí…Dime que no tengo salida…

Uno a uno nuestros demonios se escapan… en forma de bromas, palabras extrañas… se desvanecen insomnios, se esparcen historias, se quiebran las fórmulas, nos reímos de nada…

Y sin dilatar más este momento, sin recordar nuestro pasado, nos entregamos…
Al vino y al silencio de nuestros labios.

 


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